En Diégesis y maestrías, recordé mi paso por un taller literario, entre las positivas experiencias que devinieron, en lo concreto: las primeras publicaciones de ficción de mi autoría -como negro literario para mi dómine y para una amiga suya, también escritora; pero sin ningún tipo de pago o reconocimiento-. De aquellos años de "Grand Tour Litteraire" el aprendizaje que obtuve sobre el tema es que, en materia de talleres y maestrías -aparte de ser un permanente tránsito bajo las horcas caudinas- hay que saber elegir, porque "Aves de la misma pluma vuelan juntas"; volveré sobre el tema.
También, en la nota de marras, hablé de mi experiencia docente -fugaz- por una "Maestría de escritura creativa"; y de otras -de las cuales sólo me he documentado leyendo programas que circulan por la web- donde el "aprendiz de hechicero" vadea una serie, extensa, o meandros de cursos visitando los dominios de las Nueve Musas para, finalmente, emerger polidiplomado de dramaturgo, comediante, narrador, poeta y ensayista. Parafraseando a Cicerón podría decir que "la mitología es maestra de la vida"; donc puede resultar escabroso entrometerse con las Musas.
En Consejos de escritores 4 me detuve en las acertadas recomendaciones de García Márquez, en especial la última, evitable. A los que les interese el tema les quedan Consejos de escritores 1, Consejos de escritores 2 y Consejos de escritores 3 donde, al escribirlos, vi que siempre puede aflorar alguna reflexión; este asunto de consejos y Musas tiene su miga. Es bueno tener presente: por más que se la invoque, no siempre la inspiración viene; no todos pueden ser Homero y no a todos les cuentan historias y secretos algunas de las Diosas.
Y, ante la falta de respuesta de las 9 inspiradoras, a las cuales muchas maestrías de escritura creativa prometen dar la posibilidad de frecuentarlas o, por lo menos, sus correos electrónicos, lo aconsejable sería pensar en lo que un escritor -o aspirante- no debe hacer. En esta lista publicada por la revista francesa "L'Herne", Jorge Luis Borges recomienda justamente eso.
En literatura es preciso evitar:
Las interpretaciones demasiado inconformistas de obras o de personajes famosos. Por ejemplo, describir la misoginia de Don Juan, etc
Las parejas de personajes groseramente disímiles o contradictorias, como por ejemplo Don Quijote y Sancho Panza, Sherlock Holmes y Watson.
La costumbre de caracterizar a los personajes por sus manías, como hace, por ejemplo, Dickens.
En el desarrollo de la trama, el recurso a juegos extravagantes con el tiempo o con el espacio, como hacen Faulkner, Borges y Bioy Casares.
En las poesías, situaciones o personajes con los que pueda identificarse el lector.
Los personajes susceptibles de convertirse en mitos.
Las frases, las escenas intencionadamente ligadas a determinado lugar o a determinada época; o sea, el ambiente local.
La enumeración caótica.
Las metáforas en general, y en particular las metáforas visuales. Más concretamente aún, las metáforas agrícolas, navales o bancarias. Ejemplo absolutamente desaconsejable: Proust.
El antropomorfismo.
La confección de novelas cuya trama argumental recuerde la de otro libro. Por ejemplo, el Ulysses de Joyce y la Odisea de Homero.
Escribir libros que parezcan menús, álbumes, itinerarios o conciertos.
Todo aquello que pueda ser ilustrado. Todo lo que pueda sugerir la idea de ser convertido en una película.
En los ensayos críticos, toda referencia histórica o biográfica. Evitar siempre las alusiones a la personalidad o a la vida privada de los autores estudiados. Sobre todo, evitar el psicoanálisis.
Las escenas domésticas en las novelas policíacas; las escenas dramáticas en los diálogos filosóficos. Y, en fin:
Evitar la vanidad, la modestia, la pederastia, la ausencia de pederastia, el suicidio.
Como en toda reflexión de este tipo -y como en la vida- brillan más los desaciertos que los aciertos o, como se diría en tiro al blanco: brillan más las papas que las moscas. Por tratarse de Borges, que era anfitrión de las diosas del Parnaso, algunos de sus consejos se pueden ver como un homenaje a Talía.
Finalmente, es bueno tener presente a Ovidio que del tema sabía bastante, cuando nos cuenta, del destino de las hermanas Piérides, que igualaban a las Musas en número e intentaron competir con ellas en un concurso de canto; no sólo perdieron, terminaron volando en bandadas, metamorfoseadas en urracas: "Improperios de los bosques. También ha prevalecido en estas aves su antigua parlanchinería, su ronca charlatanería y su desmesurado afán por hablar".
Queda la historia de Pireneo, que se estrelló contra el piso luego de su frustrado intento de violar a las Musas. Otra vez será.